Perdiéndose y encontrándose
Perdiéndose y encontrándose
Muchas veces nos cuesta comunicarnos con las personas que nos rodean, ya sean de nuestro entorno familiar o de nuestro ambiente profesional o social. Son tantas las variables que influyen en estas dinámicas, que tenemos toda una vida para aprender y practicar.
La comunicación con otros, está permanentemente teñida de mi propia comunicación conmigo. La forma en que me hablo, me dirijo a mi mismo, pienso de mi, me corrijo o me reconozco, influyen notablemente en el contenido y la estructura que utilizo para llegar hacia los demás.
De todas formas, podemos experimentar algo bien interesante cuando sobrepasamos esas estructuras y cuando el contenido creado tiende a tener una relativa importancia. Cuando nos conectamos desde nuestro corazón, cuando nuestra esencia es quien se manifiesta, cuando mi intención es suficientemente fuerte y clara, la magia comunicacional sucede.
Es importante que practique intencionalmente eso conmigo mismo. Una excelente forma que yo encuentro, es practicar para mí un estado de tolerancia y misericordia bien alto, para no caer ni enredarme en juicios destructivos que me separan de mi amor y de mi oportunidad de aprender con alegría, profundidad y respeto por mí mismo. Puedo estar perdido en algún momento en ese proceso. Pero mi corazón siempre me llevará de nuevo a reencontrarme.
Estaba mirando hoy una película que amo: Lost in translation, o como se tradujo para nosotros Perdidos en Tokyo, con Bill Murray y Scarlett Johansonn. Cada vez que la veo, entiendo un poco más sobre lo que es un corazón que se comunica con otro... y consigo mismo. El abrazo de la última escena, el rostro de Scarlett, la sonrisa de despedida de Bill antes de subir al auto, lo dicen todo... sin palabras. Eso es encontrarse.