No necesitas compararte con nadie

08.06.2020

Uno de los juegos favoritos de la mente es de validar/invalidar cualquier cosa o experiencia que se le aparece. Y la forma en que suele hacerlo es comparando lo que está presente, con cualquier registro (consciente o inconsciente) que tenga almacenado.

Puede este ser un mecanismo eficaz en un montón de aspectos, dado que te permite elegir con cierto grado de asertividad cosas por las cuales necesitas optar. Y ese análisis que dispara la comparación es la medida de evaluación. Aún así, siempre es tu elección.

Cuando se trata de comportamientos, la cosa se pone un poco más interesante de observar. Porque por lo general, la comparación surge desde un comportamiento propio, hacia lo que "debería o no debería" hacer, basado en un standard que tengo conmigo, adquirido a través de una observación y un posterior análisis que lo determina como correcto o incorrecto.

Esa permanente comparación y validación, hace que si el resultado es apropiado, pase desapercibido o bien experimente una sensación de estar en lo correcto. Ahora bien, si en la comparación no cumplo con los parámetros preestablecidos, la casi segura consecuencia que se dispara es el dolor. Puedo experimentarlo como rabia, frustración, contracción, inseguridad, celos, resentimiento, rechazo, culpa, aislamiento, y más... en el fondo, todos sentimientos asociados a una fuerte sensación de duda: ¿Estoy haciendo lo correcto? ¿Estoy siendo apropiado? ¿Será que me aceptaran? ¿Será que me seguirán amando? ¿Será que podré perdonarme alguna vez por esto?

Creo que es importante comprender que estamos todo el tiempo en un constante proceso de evolución, donde los cambios suceden indefectiblemente, y es mi oportunidad ante cada uno de ellos, elegir como los voy a aprovechar. No necesitas compararte con nadie. No necesitas caerle bien a todo el mundo. No necesitas indispensablemente la aprobación de otros. No precisas vivir la vida que otros creen que deberías vivir. Amate, valórate y aprende a reconocer tu grandeza. En todo momento, y de cualquier forma, tú ya eres suficiente. Y eso es lo que cuenta.

La idea de la aceptación, a menudo atrae muchos sí, peros: "Sí, pero si acepto las cosas pasivamente, el mundo se va a ir por los caños." Es probable que ya tengas preparadas tus objeciones. Pero si puedes permitirte realmente adentrarte en la aceptación, aun cuando sea por unos pocos segundos, inmediatamente encontrarás un camino de salida de los dilemas creados por tus conceptos de todos tus "debería" ser.

-John-Roger, DCE